60 ANIVERSARIO:
Estamos recordando el 60ª aniversario de la muerte de Albert Camus , en un accidente automovilístico, (volviendo de las Fiestas en la Provenza:, ya cerca de París) el 4 de enero de 1960, a los 46 años, tras habérsele otorgado el PREMIO NOBEL DE LITERATURA dos años antes, es decir a los 44, y “por su obra completa”.
¡Lejos estaba él de pensar que la había concluido! Al contrario, estaba desarrollando el tercer ciclo de su obra: sobre la medida y el amor; y llevaba en su mochila una novela bastante adelantada, El Primer Hombre, que formaba parte de este ciclo. Le otorgaba mucha importancia por rescatar en ella sus orígenes argelinos, tan apreciados, a los que consideraba “la fuente única y entrañable que alimenta lo que uno es y dice”.
Esto me lleva a su pregunta (1). El que no haya estatua de Camus en Argel no significa antipatía, ni odio ni desamor. No he visto en Francia ningún busto o estatua de Camus. Sí hay una calle con su nombre en el pueblito de Lourmarin, en la Provenza, zona mediterránea que le recordaba a su amada Argelia . En Lourmarin está su sencilla casa y su más que sencilla, pobre tumba, sin siquiera una losa, tierra adonde yo, según el uso, deposité una piedrita en señal de veneración.
Lo que pudo apuntar en su contra en los últimos años es de tipo ideológico: una crítica literaria que se dice “anticolonialista”. Pero esto no lo alcanza a Camus, por más que él haya nacido (el 7 de noviembre de 1913) en el período en que Argelia era una colonia de Francia (desde 1830) y había trasladado su cultura tanto agrícola como intelectual, tanto a los nativos árabes como a los emigrados franceses e hispanos. Camus tenía la doble ascendencia de su madre española y de su padre descendiente de franceses de la Lorena- . Tras la prematura muerte de éste en la Batalla de la Marne en la Primera Guerra Mundial, el hijo de pocos meses fue educado por su madre y su abuela, gente pobre y trabajadora que le inculcaron valores y concurriendo a la escuela, Liceo y luego Universidad con programas de Francia. Con sus amigos del “barrio pobre” disfrutaba juegos y baños de mar. “Lujos” les llama a esta compañía y a este entorno soleado del Mediterráneo. Declara al respecto: “Entré en literatura por la admiración”. Y lo comprobamos en sus colecciones líricas El revés y el derecho y Bodas, publicadas en Argel, así como en la serie de El Verano. “Hay en mí un verano invencible” –afirma- Y sin embargo, ha sido clasificado insistentemente como escritor del “absurdo”, “existencialista” y hasta “nihilista”.
¿Cuántas veces tuvo que defenderse de estos rótulos! : “¿Dónde está el absurdo del mundo? […] Con tanto sol en la memoria ¿Cómo apostar por el sinsentido?”
Lo cierto es Camus ha encarado la realidad concreta –al margen de todo prejuicio, presupuesto o esquema ideológico-, la realidad completa en su faz luminosa y su anverso de dolor. Camus es un pensador “objetivo”, no existencialista sino “existencial” en cuanto parte de lo existente para describirlo, profundizarlo, analizarlo, tomando en cuenta la condición esencial de los hombres y también su evolución personal y acorde al entorno histórico.
Aclara: “No, yo no soy existencialista. Sartre y yo siempre nos sorprendemos de ver asociados nuestros nombres […] Sartre y yo habíamos publicados nuestros libros antes de conocernos. Cuando nos conocimos, fue para constatar nuestras diferencias. Sartre es existencialista ….” Esto es: presuponiendo que no hay esencia humana, Sartre considera al individuo existente que resulta ser entonces “pura libertad”. Cada individuo en tal caso es un ser único y cerrado que por tanto carece de comprensión, compasión u otro tipo de comunicación: “el otro es el infierno” es lo que muestra su pieza teatral A puertas cerradas (Huis clos)y su novela La náusea . En la entrevista que cito continúa explicando Camus que él por su parte ya “había publicado El Mito de Sísifo, dirigido contra los filósofos llamados existencialistas”.
Esta incompatibilidad de posiciones no impidió que Sartre y Camus integraran un círculo de amigos, y es de notar que Camus, recién llegado de Argelia, no aprovechó esto para afirmarse en la élite literaria de París en su oda del “absurdo”, sino que empezó a integrarla siguiendo su propio camino, ya trazado, en lucha contra todo nihilismo, superando el absurdo, y abierto a la belleza y la verdad. Vale la pena recoger estas notas consignadas en sus Cuadernos:
“Vivir en y para la verdad, La verdad de lo que uno es, ante todo. Renunciar a acomodarse. […] La verdad delo que es. No usar de astucias con la realidad.
“La verdad es el único poder, alegre, inagotable. Si fuéramos capaces de vivir sólo de la verdad: energía joven e inmortal en nosotros. El hombre de la verdad no envejece.”
Por tanto, descartado todo “nihilismo” al cabo de cada una de las obras escritas durante su primer ciclo (en El extranjero: comprendí que había sido feliz, en El Malentendido: hay que hablar, en Calígula: esta libertad no era la buena y en El Mito de Sísifo), Camus va avanzando a partir de este ensayo en el cual Sísifo figura la obstinación y decisión de volver a empezar y retomar su carga de hombre-, hacia el segundo ciclo, figurado por “Prometeo”, y concretado en la novela La Peste, las piezas de teatro El Estado de Sitio y Los justos y en el gran ensayo El Hombre Rebelde-. Aquí estudia en concreto el momento en que un hombre que ha estado subyugado, aceptando una servidumbre indebida, en un momento dado se “da vuelta” para marcar un límite. A este darse vuelta (“volte-face”) haciendo frente lo llama “révolte” , mal traducido por rebeldía en castellano. Camus observa que este movimiento corresponde a un razonamiento implícito llegando a una evidencia positiva que supera el absurdo. ¿Cuál? : hay en mí un valor que merece ser reconocido y respetado. Digo “no” en nombre de un “sí”: este valor que me es esencial. Se trata para Camus del reconocimiento en mí, y en mis congéneres, del SÍ valioso y compartido: la naturaleza humana. Agregando que esta vivencia contradice a las ideologías existencialistas e historicistas –que siendo nihilistas – conciben un cambio en el futuro, Camus las critica y propone: “En lugar de matar o morir para producir el ser que no somos , debemos vivir para ser el ser que somos.» Para mostrar la realidad de este movimiento de révolte, Camus lo estudia a lo largo de la historia –en las ideologias que dan lugar a acciones terroristas o revoluciones, así como en movimientos literarios que se entregan del todo a la fantasía- y siempre llega a distinguir entre tal núcleo valedero, que de por sí posee una “medida”, y la tentación de la desmesura (por más o por menos).
Esta tesis no es pura teoría. Al contrario: Camus con todos los franceses la ha vivido durante la Ocupación. Llegó un momento en que los franceses subyugados dijeron no a la opresión nazi: y empezó la “resistencia.”, para Camus el “Combat” periodístico A esta realidad la ilustró en la novela La peste, así como en sus piezas de teatro Los justos y El Estado de Sitio. Sobre esta última pieza teatral Camus dice: “He querido atacar de frente a un tipo de sociedad política que se ha organizado, o se organiza, a derecha o izquierda, al modo totalitario. Ningún espectador de buena fe puede dudar que esta obra defiende al individuo, al hombre cncreto en lo que éste tiene de noble, y el amor a la tierra, contra las abstracciones y los terrores del Estado totalitario, sea ruso, alemán, u otro”.
Al llegar a este punto, completamos la cuestión Camus-Sartre (2). Este último se vio contrariado por la afirmación camusiana de la “naturaleza humana” en el Hombre Rebelde, y probablemente también porque se había acercado un tanto a grupos literarios pro-marxistas (a diferencia de Camus, que habiendo entrado en Argel al partido comunista, lo abandonó pronto al comprobar que no compartía para nada ni su praxis ni teoría). Siendo Sartre director de la revista Les Temps modernes, para demoler el ensayo de su amigo eligió a un joven principiante Jeanson, y esto fue tomado como un desprecio por Camus. Así llegó a su fin la amistad entre ambos, si bien Sartre, tras la trágica muerte de Camus, le dedicó un elogio póstumo.
Camus preparaba con antelación sus obras. Antes de terminar el Mito de Sisífo (1943), pensado para superar el absurdo. ya estaba meditando en el Hombre Rebelde, publicado finalmente en 1951.
Del mismo modo ya desde el principio estaba planeando un tercer ciclo, llamado de Némesis “diosa de la medida, fatal para los desmesurados”, por estar dedicado a la medida y el Amor. Sin duda hemos de atribuir a esta intención los relatos de El exilio y el reino , y La caída en la cual se ilustra la tentación de la vanagloria y su contraparte, la vergüenza de comprobar que no uno no es tan grande como se ha supuesto.
Durante estos años, que serían los últimos Camus se entregó de lleno al teatro –al que consideraba el mayor de los géneros literarios, y realizó proezas en adaptaciones, entre las cuales algunas obras maestras: La devoción a la Cruz de Calderón de la Barca, Requiem para una monja de Faulkner y Los Poseídos de Dostoievski. Se comprometía con ellas tanto como traductor como director de escena, y sobre todo deslumbra su capacidad de adaptador convirtiendo grandes y largas novelas como las últimas citadas, en piezas teatrales. Estas tareas le encantaban a Camus por muchos motivos: entre ellos porque lo alejaban de la “abstracción que amenaza a todo escritor” y lo ponían en contacto con lo real: tanto los materiales del decorado como los artistas a quienes trataba con gran respeto, dejándoles elegir papeles y descubrir por si mismo sus gestos, etc.: formando en resumen un verdadero “equipo”. Y esto era para Camus retomar lo que había empezado en Argel, con su juvenil e improvisado “Teatro del equipo”.
Finalmente, sobre todo trabajaba en la gran novela en la que volcaba todo su amor y agradecimiento por Alger, los argelinos, su familia, sus maestros, y sobre todo su madre. Llegó a escribir la primera parte: “Búsqueda del Padre”, y empezó la segunda parte: “El Primer Hombre”.
Quedó trunca por aquel trágico accidente. Muchos estudiosos de la Sociedad de Estudios Camusianos contribuyeron a recuperar y reorganizar el enorme material de manuscritos, tipuscritos, notas sueltas, y , bajo la dirección de Catherine Camus, la hija del autor, se publicó en 1995, la obra magna -con el título planeado-, El Primer Hombre.
A Camus le interesaba la recuperación de Europa después de la guerra. La pensaba en su calidad humana. Ejemplo:
“Un mundo donde no hay más lugar para el ser, para la alegría, para el ocio activo, es un mundo que debe desaparecer. Ningún pueblo puede vivir exiliado de la belleza- Y esta Europa se aleja sin parar de la belleza. Por eso se convulsa y por eso morirá, si es que la paz no signifique para ella el retorno a la belleza y devolver su lugar al amor.”
“Toda vida dirigida hacia el dinero es una muerte. Renacer consiste en el desinterés”.
“La medida del amor es amar sin medida” Frase tomada de San Agustín, su compatriota con tantos siglos de diferencia, a quien le dedicó su tesis de licenciatura “De Plotino a san Agustín”, en Filosfía y colocada como lema en Tipasa, antigua ciudad romana, marítima, celebrada por Camus en “Bodas en Tipasa” y “Retorno a Tipasa)
INÉS DE CASSAGNE
(1) Se refiere a la siguiente pregunta que le formulara la periodista del suplemento de cultura del diario Clarín, Adriana Muscillo: «¿Por qué los argelinos no lo quieren? Se dice que no hay ni un busto ni una estatua recordatoria de él en Argel.» La nota algo editada se publicó el sábado 4 de enero de 2020
(2) Aquí responde a otra pregunta formulada por la misma periodista: «¿Por qué se distanció de Sartre? Eran íntimos amigos sin embargo, en Les temps modernes ha surgido una disputa entre ellos. Camus acusa a Sartre de ser inmoral por identificarse con el comunismo. Sartre acusa a Camus de ser un iluso y un romántico…»